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    La recuperación


    El enfoque de la recuperación "recovery" en el ámbito de la salud mental supone una apuesta decidida por poner a la persona diagnosticada con un problema de salud mental como verdadera protagonista "en primera persona" de su proceso terapéutico y de crecimiento personal.

    Tanto las personas usuarias y sus familias, como profesionales, gestores y políticos, están mostrando interés creciente por la adopción del enfoque de la recuperación como el principio rector de las políticas de salud mental, las prácticas profesionales y la orientación de los servicios prestados.

    En este enfoque, el concepto de recuperación no hace alusión a la mera recuperación clínica, que sería sinónimo de cura, o de volver a la situación anterior al problema de salud mental. Este enfoque pone el énfasis en como la persona afronta su vida y no en los síntomas o la enfermedad. Se orienta a que la persona aumente su capacidad de vivir una vida satisfactoria, según sus intereses, metas, objetivos y posibilidades, incluso si los síntomas de su problema de salud mental persisten.

    La recuperación se define como un proceso "muy personal” y único que supone el desarrollo de un nuevo significado y propósito en la vida más allá de los efectos negativos del problema de salud mental. Se trata de un proceso continuo, que consiste en adquirir o recuperar muchos aspectos de la vida cotidiana de las personas, que pueden haberse perdido a causa del problema de salud mental.

    Significa recuperar el control activo sobre la propia vida. Esto puede implicar descubrir (o redescubrir) un sentido positivo de sí mismo, aceptar y hacer frente a la realidad de cualquier dificultad o incapacidad permanente, encontrar significado en las propias experiencias, resolver problemas personales, sociales o de la relaciones con los demás, que pueden contribuir a afrontar las dificultades relacionadas con el problema de salud mental.

    Las prácticas profesionales orientadas a la recuperación tratan de mantener la calidad de vida, haciendo hincapié en la capacidad de una persona a tener esperanza y desarrollar una vida con sentido para ella misma, según sus metas y ambiciones.

    El enfoque de recuperación reconoce que las personas diagnosticadas con un problema de salud mental se sienten muy frecuentemente privadas de sus derechos, y que estos sentimientos pueden interferir en su proceso terapéutico. Este enfoque parte de la base de que se obtendrán mejores resultados si las personas sienten que las decisiones sobre su tratamiento se realizan de acuerdo a sus ideas culturales y valores personales. El enfoque de recuperación se centra en el bienestar y la resistencia a la enfermedad, y alienta a las personas a participar activamente en su propio proceso de autocuidado, lo que permite que ellas mismas definan sus objetivos vitales y de tratamiento farmacológico, psicológico y social.