Valle Jimeno Luque

Kenia. Frontera con Somalia
Rondan las tres de la tarde. Intento descansar bajo el sopor de la altísima temperatura de un poblado del desierto. Unos gritos atroces me instalan en la vigilia. Los oigo sobrecogida durante un tiempo interminable, quizás escasos minutos; intensamente al principio y más lejanos después. Impactada por el recuerdo, tardo meses en descubrir que es Abdul, el loco del poblado, que caminaba por el pequeño callejón al que se abre mi ventana. “He’s crazy”, me dicen intentando no asustarme y protegiéndolo, cuando más tarde lo conozco, “pero es inofensivo; es quien lleva las cabras a comer junto a la pista de aterrizaje y la limpia de animales cuando va a llegar la avioneta”.

Abdul no toma medicación, ni recibe atención específica, inexistentes en aquel lugar. Está sometido a las mismas carencias que todos y es aceptado por sus vecinos, a pesar de alguna mofa por sus diferencias. Abdul trabaja y de él depende, en parte, que llegue al poblado uno de los bienes más preciados: la mirra, droga de consumo habitual.

Bosnia Herzegovina. Mostar. Zona musulmana
Me adentro en el búnker donde viven los enfermos psicóticos desde que bombardearon el hospital psiquiátrico. Cemento, cemento, cemento, luz artificial, falta de aire, sombra, olor condensado a tabaco. Ando despacio, observando minuciosamente. Es la hora del desayuno. Llego a una gran habitación con 15 o 20 camas apiñadas, hombres y mujeres juntos. Algunas están ocupadas por personas que yacen bajo las mantas y parecen bultos. Otras están vacías, con la ropa revuelta. Todo es desorden. Me paro, conmocionada por la mirada de quien contemplo: Ramo.

Sevilla. Sala de Juntas de FAISEM
He llegado pronto a la reunión para conocer las obras de Rafael González. Descubro el impresionante cuadro. Es él. Podía ser él; los dos, el enfermo de Miraflores y Ramo, pueden ser el mismo. Por primera vez identifico las similitudes de esta enfermedad y de sus expresiones, al margen de los distintos espacios y tiempos. Y años después, tomo conciencia de las diferentes repercusiones de la misma en quien la padece, dependiendo del lugar y del entorno.

Sevilla
Damián es usuario de Faisem. Ameno y charlatán, ya conoce a muchos vecinos de su nuevo barrio. Le gusta pasear, relacionarse con otros. Cuando paso a su lado, conversa sobre la opción de votar o abstenerse en el referéndum.

Abdul, Ramo y Damián
Tres personas con enfermedad mental grave. Tres ciudadanos de distintos países sujetos a circunstancias dispares y entornos heterogéneos. Tres personas con discapacidad, percibidas de forma desigual en sus medios, que pueden ser identificadas con tres concepciones que definen cómo son consideradas por quienes les rodean.

Abdul era el loco del poblado, pero gozaba del privilegio de ser aceptado por la comunidad pese a su condición de diferente. Desconozco los motivos, porque en otras comunidades próximas, habría sido temido por peligroso, rechazado, y maltratado.

Ramo era, como sus compañeros, un enfermo, con una doble desventaja: la consecuente a su discapacidad y la producida por la situación bélica. Fueron cuidados por voluntarios y ayuda externa durante el conflicto, y tiempo después fueron trasladados a un dispositivo específico, en el recinto de un hospital recién construido. Ignoro si ya se habrá producido la transición al modelo de atención comunitaria.

Damián es un ciudadano. Antes vivió en un hospital psiquiátrico: recuerda las infinitas horas tomando el sol en el banco de uno de los patios, los movimientos de pacientes paseando repetitivamente, los deseos de saltar los muros del jardín... Tras el cierre del centro, sin vínculos familiares ni apoyos sociales, fue trasladado a una casa hogar de FAISEM, y comenzó a asistir a programas de rehabilitación. Poco a poco, fue desarrollando su autonomía. Aprendió a conocer mejor su enfermedad, a pedir ayuda al notar los síntomas, a realizar actividades de la vida cotidiana y habilidades sociales... Su evolución fue tan buena que pasó a una vivienda supervisada, compartida con otro usuario, que, con el transcurso de los años, fue un referente afectivo importante para él.

Ahora, como ciudadano, intenta disfrutar de sus derechos, no sin dificultades: algunas, derivadas de limitaciones concretas en determinados momentos del proceso evolutivo de su enfermedad, y otras, de las barreras sociales todavía no resueltas, entre ellas, el estigma y la discriminación.


Última modificación: viernes, 19 de febrero de 2016, 10:25