Vivienda y empleo

Vivienda y empleo

En la sociedad occidental, las personas que padecen una enfermedad mental están discriminadas en aspectos como el acceso a una vivienda o el mantenimiento del empleo. En los países desarrollados, se estima que un tercio de las personas con enfermedad mental crónica no tiene ninguna amistad.

Es frecuente que los vecinos deseen que en su edificio no hubiera personas con enfermedad mental, eviten cruzárselas o comunicarse con ellas. O se muestran contrarios al establecimiento de centros de tratamiento y alojamiento para enfermos y enfermas mentales en las zonas residenciales, a pesar de que estos centros no han demostrado tener efectos negativos en la comunidad.

A la hora de adquirir una vivienda, los propietarios suelen negarse a alquilar casas a personas con problemas psiquiátricos. Un estudio reciente en Reino Unido ha revelado que más del 40% rechazaba de forma inmediata a candidatos que hubieran tenido un trastorno psiquiátrico conocido. Esta discriminación es una de las causas del alto índice de personas con una enfermedad psiquiátrica severa que se encuentran sin hogar o viviendo en condiciones muy inferiores al nivel medio.

La categoría que se otorga a los enfermos y enfermas mentales es de las más bajas, peor que la de los ex convictos o personas con discapacidades físicas. Y supone un serio obstáculo para su integración en la comunidad.

El laboral es uno de los campos donde el estigma tiene peores consecuencias para la vida de estas personas. Aunque la mayoría tiene una importante capacidad para el trabajo, entre el 70% y el 80% de las personas con enfermedad mental están en situación de desempleo. Una vez que ha aparecido la enfermedad, y es conocida su existencia, surgen problemas, los prejuicios entre empleadores, y a menudo supone cambio en las funciones, ser relegado a puestos de menor responsabilidad, incluso producir el despido.

Una forma de estigma es el comportamiento de los compañeros y compañeras de trabajo, que después de tener conocimiento sobre la enfermedad mental de un/a colega, muestran incomodidad y miedo. En Estados Unidos, un estudio del organismo NAMI (National Alliance on Mental Illness) reveló que siete de cada diez personas aseguraron haber sido tratadas como menos competentes después de hacer pública su enfermedad. Así, la estrategia más común utilizada es ocultar los trastornos a empleadores/as y compañeros/as. Esto tiene consecuencias dañinas, como el estrés y la preocupación constante por mantener el “secreto”, además de la imposibilidad de utilizar la cobertura del seguro sanitario para el tratamiento y disponer de permisos para asistir a las citas médicas.

Última modificación: martes, 29 de marzo de 2016, 13:53