Miriam Rosa Orozco


Empecé la especialidad de salud mental con miedo al enfermo mental, miedo a que me hicieran daño.

Las personas enfermas difieren en algunos aspectos de los patrones de comportamiento supuestamente normales, y la gente percibe eso como amenazante, algo que no saben manejar, y como consecuencia la actitud se vuelve defensiva y produce rechazo, por el miedo a lo desconocido. Yo también tenía desconocimiento y estaba muy influida, sin ser consciente, por el estigma social hacia estas personas. Pero cuando tratas con ellas descubres un mundo fascinante y ves a la persona que hay detrás de cada enfermedad.

Quizás enfermería sea uno de los colectivos que más ha mejorado en este aspecto desde que existe la figura de enfermera/enfermero especialista, desde el año 98, pero aun así, ante las demandas del paciente, en especial en los hospitales, se tiende a atribuir los síntomas que el paciente presente fuera de la enfermedad mental, a la misma. Por eso los profesionales no debemos olvidarnos de que las personas con enfermedad mental también sufren infartos, infecciones y cualquier enfermedad orgánica, y que en ocasiones se encuentran con el handicap de no saber expresarlo bien, y no se les echa cuenta.

En la consulta, si quieres explorar y potenciar la parte sana del enfermo mental, descubres cosas maravillosas y que no puedes evitar que te conmuevan y te den esperanzas para poder ayudar a mejorar su situación.

Tal vez mi visión sobre este tema se ve condicionada porque durante el año de residencia como enfermera especialista rotas por todos los dispositivos que conforman la red de salud mental, y ves incluso al mismo enfermo en entornos muy dispares y se organizan actividades fuera de los dispositivos, y tienes esa oportunidad de ver cómo el paciente como se desenvuelve en bastantes áreas de la vida, algo que es fundamental para tener una visión global de las cosas.


Última modificación: viernes, 19 de febrero de 2016, 10:27