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    Mitos y realidades

    El estigma se sustenta en los muchos mitos y malentendidos heredados y ampliados a lo largo de los siglos, que todavía existen en torno a la enfermedad mental y que la distorsionan y ocultan. Es importante conocer las realidades para hablar sin miedos, repensar la enfermedad mental y empezar a tratar a las personas que la padecen con respeto y dignidad.

    El principal estereotipo sobre las personas con enfermedad mental grave es el que las identifica con la violencia y como extremadamente peligrosas, especialmente en el caso de la esquizofrenia. Recientes estudios muestran que un porcentaje elevado de la población percibe a las personas con esquizofrenia como “individuos imprevisibles y peligrosos, con quienes es difícil hablar, capaces de auto agresión y con escaso éxito en el tratamiento que reciben”. Sin embargo, las investigaciones muestran que las personas con esquizofrenia no son más peligrosas que las “sanas” en una misma población, y en su gran mayoría no cometen nunca actos violentos.

    Hay tres concepciones erróneas y frecuentes de las personas que padecen enfermedad mental, que incluyen diversas patologías, especialmente las graves:

    • Son personas violentas y pueden convertirse en maníacos homicidas.
    • Son impredecibles, tienen un espíritu libre y rebelde.
    • Son infantiles, con maravillosas y extrañas percepciones del mundo.

    Ante estos mitos, la sociedad desarrolla actitudes que entorpecen o anulan la recuperación:

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