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    Es importante para las y los profesionales socio sanitarios reflexionar sobre la posible falta de la atención a la salud física de las personas con trastornos mentales, debido a los prejuicios y falsas creencias en torno a la recuperación de estas personas. El estigma también afecta a su práctica diaria. La enfermedad mental “totaliza” de tal modo a la persona, que sólo se ven los problemas de la “mente”, y no se atienden debidamente los del “cuerpo”.

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    Actividad Formativa

    Las personas con enfermedad mental tienen peor salud que el resto de la población: mayor prevalencia, comorbilidad muy alta, mayores tasas de infecciones, de enfermedades cardiacas y respiratorias, mayor mortalidad (sobre todo cardiovascular).

    La explicación a esta peor salud está, en gran parte, explicada por una inadecuada atención a la salud física por parte de los profesionales, debido a los prejuicios y falsas creencias en torno a la recuperación de estas personas. Los profesionales de la salud, como parte de la sociedad que son, también comparten muchas de las actitudes y falsas creencias que existen en torno a estas personas.

    Patologías físicas invisibles

    Las enfermedades físicas se ignoran en muchos casos en los servicios de salud cuando el paciente tiene una enfermedad mental. La etiqueta que supone el diagnóstico de enfermedad mental es muy grande y las causas son múltiples. Algunas de las más comunes es que se pueden interpretar problemas físicos como producto de la invención del paciente, la errónea interpretación de síntomas somáticos como manifestación del trastorno mental. La atención se centra casi de forma exclusiva en el problema de salud mental, y se obvian los problemas de salud física que presentan los pacientes.

    Inquietud en consulta

    Tanto en atención primaria como especializada puede surgir inseguridad en la atención a las personas con enfermedad mental, especialmente cuando no se conoce al paciente. Los estereotipos de violencia y rareza que suelen acompañar a la enfermedad mental se hacen presentes. Cuando las visitas se repiten y paciente y profesional establecen una relación continuada, se suelen perder los temores iniciales.

    "No se lo explico porque no me va a entender"

    En los servicios de salud mental a veces no se ofrece información adecuada a estos pacientes. Se infravalora la capacidad para entender y manejar la información que tienen, por el hecho de tener una enfermedad mental, obviando las grandes diferencias individuales que existen entre las personas y la discapacidad que les supone la enfermedad. Por ejemplo, no se detallan las interacciones con otros medicamentos o bien los efectos secundarios que provocan los fármacos. Al no ofrecer información adecuada se pierde la oportunidad de que la persona se implique en su propio cuidado.

    Promoción de hábitos saludables

    Actualmente existe poca conciencia sobre la necesidad de promocionar hábitos de vida saludable entre las personas con enfermedad mental. De la misma forma que se hace con la población general o públicos específicos (infancia, adolescencia, mayores) y teniendo en cuenta que este es un colectivo mucho más vulnerable. El sistema proporciona además escasa coordinación y formación para profesionales. Un motivo de estas carencias puede ser que se subestimen las posibilidades de estas personas para llevar una vida sana y significativa socialmente, y promover ellas mismas su salud.

    Tabaquismo

    El consumo de tabaco entre las personas con enfermedad mental es muy alto y apenas se está empezando a desarrollar programas que favorezcan la deshabituación, a pesar de que se están encontrando respuestas muy positivas en disminución del consumo y deshabituación. Entre los y las profesionales se encuentran a veces reticencias a intentar reducir la dependencia del tabaco, por los efectos que puede tener en la estabilidad del paciente. A esto se le une la creencia del poder que la nicotina tiene para conseguir un alivio al malestar emocional. El tabaquismo también puede llegar a considerarse un problema "secundario" frente a una enfermedad mental grave.

    Urgencias: derivación automática a psiquiatría

    Hay situaciones, y especialmente, en el caso de los servicios de Urgencias, en que el diagnóstico de enfermedad mental de un paciente provoca que se le derive a psiquiatría y no a la atención que requiera la dolencia física por la que ha acudido a los servicios de salud. Se pueden dar casos de infrautilización de intervenciones diagnósticas, junto al menosprecio del problema somático de las personas con enfermedad mental.

    Última modificación: martes, 23 de febrero de 2016, 13:07