BULIMIA

Trastorno alimentario caracterizado por “comilonas” o episodios recurrentes de ingestión excesiva de alimento, acompañados de una sensación de pérdida de control y auto rechazo. Luego, la persona utiliza diversos métodos, tales como vomitar, el ejercicio excesivo o consumir laxantes, diuréticos o enemas en exceso, para evitar aumentar de peso.

Pueden presentarse episodios de ingestión excesiva de alimentos con una frecuencia de varias veces al día durante muchos meses. La persona bulímica también puede sufrir de anorexia nerviosa.

Las mujeres, especialmente adolescentes, resultan afectadas con más frecuencia que los hombres. La persona afectada generalmente es consciente de que su patrón de alimentación es anormal y puede experimentar miedo o culpa asociada con los episodios de ingestión excesiva de alimento y purgas.

Detección y causa:

Aunque el comportamiento generalmente es secreto, las claves para descubrir este trastorno incluyen actividad excesiva, hábitos o rituales de alimentación peculiares y verificación frecuente del peso. El peso corporal usualmente es normal, aunque la persona se puede percibir a sí misma con sobrepeso. Si la bulimia está acompañada de anorexia, el peso corporal puede ser extremadamente bajo.

Se desconoce la causa exacta de la enfermedad, pero se piensa que los factores que contribuyen a su desarrollo son problemas familiares, comportamientos perfeccionistas y un excesivo énfasis en la apariencia física. La bulimia puede estar asociada a la depresión.

Tratamiento/Recuperación:

El tratamiento se centra en romper el ciclo de ingestión excesiva de alimento y purga. El tratamiento ambulatorio puede incluir técnicas de modificación de la conducta, así como terapia individual, de grupo o familiar. Las personas con complicaciones menores de bulimia que tienen voluntad y son capaces de iniciar una terapia tienden a tener una mejor oportunidad de recuperación.

Con el tiempo, pueden presentarse complicaciones médicas graves. Por ejemplo, el ácido estomacal que se introduce en el esófago durante los vómitos frecuentes puede causar daños permanentes en esta área. Otras consecuencias pueden ser pancreatitis, inflamación de garganta, deshidratación, estreñimiento o hemorroides. Además, un examen dental puede mostrar caries o infecciones de la encía (como gingivitis). El esmalte de los dientes puede estar erosionado o picado por la excesiva exposición a los ácidos del vómito.


Para saber más:



Última modificación: lunes, 11 de abril de 2016, 17:39